jueves, 16 de junio de 2011

El Monstruo Insondable

Tengo palabras que reitero, y no estoy segura de si es un brote joven de algo parecido a mi estilo o uno de esos vicios que me asemejan a una paciente psiquiátrica. Me siento loca, enferma y loca. Hablo de la noche porque ya no es mía y de pronto vuelve, me abraza, me ama, me desnuda y se va sin decir nada. Silencio, lo que dice todo en la nada y me deja llena de gritos con color de infancia. Gritar, me hace tanta falta que no puedo hacerlo, como una especie de histeria en la garganta. Garganta, tal vez la obstruya el peso de mi cabeza, tan llena de cosas que a la vez no es nada. Absurda, vacía y llena de basura, de luz y de sombras. Es una lucha medieval en que la luz es algo tan sacro y lejano que es como si nadie pudiera verlo. Yo tengo luz, pero no pareciera interesarle a la sociedad. Varias veces la mostré, pero no fue esto suficiente para que mi ser de metro y medio valiera la pena. A la gente le gusta más mi máscara, que es la sombra bien maquillada y vestida para el show. No señores, esa no soy yo, soy tanto amor que me odiarían. Y ese es el miedo: no quiero que me odien, por eso todos los días me despierto, maquillo mis sombras y guardo mi luz en un bolsillo, por si algún día aparece un valiente dispuesto a no odiarme.

1 comentario:

  1. Aún quedan valientes que esperan ver ese hilo de luz en el aire para hacerse camino hacia donde estés. Procurá no esconderte,no llevar nada en los bolsillos. No tengas miedo del odio de quienes te mienten mirándote a los ojos. A fin de cuentas un valiente no se quedará luchando por mucho tiempo al lado de un cobarde.

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