Tu espalda, tan sencilla,
la Historia cotidiana.
Tus manos son de arcilla
el trabajo, la mañana.
Tus ojos son verdades
de íntima paciencia.
Tu boca es tanto sabia
cuanto juega a la prudencia.
Tu cuerpo, todo un Todo,
esa suma de las partes.
Y mi cuerpo, aunque otro
cero de tus seis mitades.
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